Cuando pienso en Ana pienso en Sírsāsana y en Sarvangāsana, las reinas de las āsanas del Hatha yoga, complejas y poderosas, y el gran proceso que conlleva dominarlas. Y es gracias a el proceso vivido con ella, su guía desde la raíz y lo fundamental hacia lo complejo y elevado, con disciplina y mucho amor, que conseguí fundirme en ellas. Me considero una persona bastante exigente en cuanto a valorar la calidad de la enseñanza que recibo, por eso mi experiencia con Ana a través del mundo del Yoga es ya de unos cuantos años, su profesionalidad, amplio conocimiento y su virtud a la hora de comunicar junto con una metodología muy completa hacen que no pierda el interés por seguir aprendiendo con ella. En su formación de profesoras comencé con nociones muy básicas sobre el Yoga, y considero que ha conseguido darme las herramientas y las alas necesarias, además de la disciplina y determinación necesarias para poder seguir descubriendo y profundizando hasta donde mi vida alcance. Hoy en día sigue siendo mi maestra.